El píxel, mis queridos lectores, ha clavado su tierno aguijón en el amor. Bien podía haber comenzado esta columna con las reveladoras palabras “Amar en tiempos de píxel” o “Pixelo y Julieta” para relatar lo que yo denomino un amor a prueba de píxel. Sí, lo reconozco, soy la mujer de un píxel ilustrado, o mejor dicho, de un FRIKI. Quién mejor que yo para adoptar el papel de investigadora de especie…
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