Iba a escribir un análisis de un triple A cualquiera, pero ante el revuelo creado alrededor de Hotline Miami no me queda más remedio que soltar la mía. Como diría Casillas, lo flipo. Lejos de la indignación, me sobreviene la incomprensión. Hacia el juego no (ya comentaré más abajo qué me ha parecido), sino respecto a los cientos de artículos que han enaltecido más allá de lo imaginable y comprensible el juego propuesto por Cactus Söderström y Dennaton Games. Elogios urbi et orbi, a tutiplén y, en algunos casos, by the sideburn. ¡Al barro!
Archivo del Autor: Ciro
Retro Amor: Top 10 Maquinitas
Aunque ya existían un buen puñado de consolas, mi primer contacto con el mundillo de los videojuegos fue allá por 1982 gracias a los handheld video games o maquinitas, como decimos los cebolletas castellanoparlantes. Mi full contact llegaría más tarde, primero con la Spectrum (eso sí, en casa de un hamijo) y ya en 1987 con mi gloriosa NES; pero entretanto mi vicio se nutrió de estos míticos aparetejos LCD que me hacían sentir, iluso de mí, como el chaval de Juegos de guerra. Un periodo de inocencia al que hoy quiero rendir homenaje con las diez que me más me impactaron. ¡Al barro!
Sobre los géneros
Resulta sintomático que al ser cuestionados acerca una obra concreta (¿Cómo es? ¿De qué trata?) nuestro primer reflejo sea ubicarla dentro un género. Clasificarla. Lo hacemos por comodidad/pereza mental, pero también por una cuestión práctica. De esta manera, sintetizando el todo en una sola palabra, nos ahorramos el riesgo de aburrir a nuestro interlocutor con una catarata de frases descriptivas; mientras que, por otro lado, le informamos sobre el tono de la obra sin necesidad de revelar el argumento, o parte de él, y así evitamos devaluar su futura experiencia. Ahora bien, ¿cómo nos hemos puesto de acuerdo para establecer la actual clasificación de géneros? ¿Es correcta? ¿Y útil? ¿Cómo y por qué ha evolucionado así? A por ello.
Temazos ilustres #4: Infiltration, por Jack Wall
Si algún día —por esas casualidades de la vida— mi casa es invadida por una horda de zombies o por algún pelotón de sicarios al servicio de Alex Sosa, antes de armarme con una M-16A1 o una Revenant y gritar a pulmón partido aquello de «say hello to my little friend» y «you fuck with me, you fuck with the best», pondré este tema a todo trapo… ya sea con el fin de comerle la moral a los asaltantes o bien para recibir una dosis de motivación extra. Como el escuadrón del teniente coronel Bill Kilgore en Apocalypse Now con La cabalgata de las Valkirias, pero cien veces más flipado.
Análisis: 007 Legends
Vaya castaña. Aún intuyendo el soberano hostiazo que me aguardaba tras la esquina del 10 de Downing street, mi condición de incorregible fan fatale de Bond provocó que me lanzase en tromba a por este juego; vía préstamo, por fortuna. Con todo, aún habiendo ahorrado los sesenta y pico euracos por la tomadura de pelo, me siento imbécil. ¿Qué fue lo que me provocó tamaña estupidez? ¿La ciega puta nostalgia? ¿Tener más moral que el Alcoyano? ¿Simple y puro masoquismo? Pues un poco de todo, imagino. Tras acabarlo, pensé incluso en ahorraros estas líneas… pero, entre el estreno de Skyfall, los cincuenta tacos cumplidos por el agente indiscreto —cincuenta y ocho, si tenemos en cuenta el personaje literario— y que cualquier excusa es buena para meterse un dry martini entre pecho y espalda, me he venido arriba. Con un par.
Temazos ilustres #3x2: Athletic theme + Lost Woods Forest por Koji Kondo
Le doy continuidad a esta sección abierta por nuestro paridor oficial con dos temas importantísimos en mi cotidianidad. Como podéis deducir por el título, están más trilladas que el chiste sobre el perro cuyo nombre era Mistetas; pero me importa tres pimientos. Son temazos y debo ponerlos. Para que no se os haga excesivamente repetitivo, he sustituido las originales por dos de mis versiones favoritas.
Reflexión: il finaletto
Empezamos mal. Este texto sobra. Aquí se explicó todo; pero, como soy más persistente que Bruno echándole los trastos a las pelirrojas, me voy a tirar de culo a la piscina como hizo el anormal aquel. En fin, que ya, que ya he acabado el Mass Effect 3 (sí, esa saga «de mierda») y mi mente no alcanza a entender todo el pollo que se organizó medio año mal contado atrás. Me tienta picar un re-análisis, pero me contendré… como mínimo hasta que me lo haya pasado tres veces más. Teoría Big Mac. Sufrid, perras; que tarde o temprano llegará. Hoy me centraré en reflexionar acerca de los finales en general.
Retro Amor: Final Fight
Con el corazón en un puño más que con la cabeza digo que hoy vamos a recordar el mejor juego de hostias callejeras de todos los tiempos. Best of the best. Esto es así. Ya sabéis de qué pie calzo. Las cosas claras y el chocolate espeso. ¿Queréis saber por qué? Pues os iluminaré tras el salto.
¡Por el poder de Grayskull!
Admítelo. Si viviste tu infancia durante los 80 (aunque fuese de refilón), viendo la imagen de la cabecera te debería estar sangrando el ojete. He-Man y sus Masters del bodybuilding regresan, sí. No es broma; es más, la noticia es vieja; en la mayoría de medios indecentes del sector la sacaron la semana pasada. Pero… ¿Qué queréis que os diga? Me acabo de enterar y he de hacer algo para cortar la hemorragia.
Retro Amor: Castlevania 2: Belmont's Revenge
Ni Symphony of the Night, ni Lord of the Shadows, ni los de DS, ni el Super IV, ni esos Castlevania de títulos impronunciables de reminiscencias pornográficas (lo de X y Rondo suena a gangbang), ni los chiripitifláuticos para NES, ni el New Generation… a mi el que me cautivó fue éste para la Game Boy Potemkin; la buena, la tocha. Su primera incursión en la portátil grisacea fue patética, pero la segunda… ah, la segunda. Mi primer contacto con esta joyita fue en el patio del cole, sufriendo a pelo para evadir los rayos solares matutinos y conseguir cierta visibilidad; al mismo tiempo que protegía la pantalla del aceite que chorreaban los bocatas de mirones mocosos y compinches de partida (normalmente estos últimos eran silenciosos y aportaban buenos consejos; una táctica certera para lograr un eventual préstamo de cartucho). Una hazaña en toda regla, sí, pero un videojuego nuevo era todo un acontecimiento y había que mostrarlo en sociedad. Para fardar, básicamente.
Word Explorer, lo nuevo de Jon Hare
Leo en Eurogamer que Jon Hare, leyenda de las islas británicas y diseñador de titulacos como Cannon Fodder y Sensible Soccer, se encuentra en la recta final de un nuevo proyecto que verá la luz durante el primer trimestre del 2013. Tras diecisiete años missing in action, las expectativas eran grandes… pero ahora, una vez descubierto su Word Explorer, no sé si aplaudir a rabiar o llorar hasta que me sangren los ojos.
Re-análisis: Mass Effect 2
Como decíamos ayer… hoy hablaremos de ME2. Nein. No me «he bebido el entendimiento», ni caído de un árbol o de una palmera cocotera. Salgo del agujero para hablaros —aprovechando que pronto llegará la trilogía al completo para PC, PS3 y 360 y que presumiblemente no incluirán la mayoría de DLCs, fuck yeah, un besazo a EA— del que considero uno de los títulos que mejor resume las características de los triple A de los últimos tiempos; a la vez que nos ha «regalado» uno de los tres personajes más reconocibles de la actual generación. ¿Por qué no el uno, que mola más a los roleros de pose, o el tres, que da para polémicas absurdas? Porque yo lo valgo. Porque es el único al que he jugado. Y ahora que ya he mostrado mis carencias y miserias, vamos a por la chicha.
Muerte y videojuegos
Dicen que hay ocho millones de maneras de morir. Ni de coña las he contado pero me apostaría un huevo y parte del otro a que, en caso de ser cierta la cifra, las hemos visto todas reproducidas en los videojuegos. Y si no, pocas faltan. Hemos visto a nuestros personajes aplastar, disparar, engullir, descuartizar, estrangular, atropellar, machacar a golpes de consolador, desintegrar y realizar toda clase de depravaciones al sinfín de criaturas antagonistas que se han cruzado en nuestros caminos de mundos virtuales. Por no hablar de las ocasiones en las que nos hemos precipitado por un barranco, abrasado en lava tras medir mal un salto, ahogado a lo tonto o masticado y escupido por monstruos de dimensiones bíblicas. ¡Hasta hemos visto como nuestro protagonista fallecía por enfermedad degenerativa o de viejo! ¿Dónde quiero ir a parar con todo esto? ¿A una recopilación de muertes épicas? (os digo ya que la única vez que mencionaré a Aeris en el artículo será ésta). No. Sobre la muerte en los videojuegos me interesan básicamente tres cosas y una, el dilema moral que plantea en ocasiones, me la saltaré porque ElRoSSo la comentó de lujo hace no mucho. Las otras, tras el salto.