Como todo friqui que se precie, yo también tengo mi pasado Magiquero. Las cartitas de Wizards of the Coast fueron una de mis principales diversiones durante mi época de instituto y universidad. Como todo al final llega a cansar, disgustado con la línea que seguía el juego, hace 6 o 7 años, vendí mis cartas para comprar guitarras (siempre es más fardón enseñar a una chati tu colección de guitarras eléctricas que no tu colección de cartas Magic) y abandoné el juego. Pero el gusanillo siempre estaba ahí y no han sido pocas las veces que he estado tentado a comprar unas cuantas cartas. Pero ahora, gracias al programa Welcome Back! de PSN, he podido quitarme un poco las ganas.
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Análisis: Eat Lead: The Return of Matt Hazard
Duke Nukem Forever, el videojuego convertido en mito gracias al paso del tiempo, ya está en el mercado. Una de sus señas de identidad, tal como ocurriese con su predecesor, es la referencia jocosa a títulos de otras compañías, algo que bien usado nos puede arrancar más de una carcajada. Pero en esta generación ya hemos tenido un héroe de acción que se ha reído a diestro y siniestro de la competencia. Su nombre es Matt Hazard, y mucho me temo que, le pese a quien le pese, compite en la misma liga que el nuevo y algo envejecido Duke. Así que durante un rato vamos a pasar del «Hail to the king, baby!«, al bastante menos conocido pero igualmente entrañable»It’s hazard time!«.
Análisis: Mortal Kombat
Estoy seguro de no ser el único que pensaba en Mortal Kombat como una saga en clara decadencia; tras varios experimentos y títulos mediocres que empañaban la memoria de uno de los clásicos de los juegos de lucha noventeros, ni siquiera un crossover con los superhéroes de DC parecía ser suficiente para sacarlos del pozo. Sin embargo, cada video que aparecía de este nuevo Mortal Kombat aumentaba mis ganas de adquirirlo, y, pese a exponerme a un Fatality! por Hype, lo encargué antes de que saliera a la venta, cosa que es la primerísima vez que hago con un videojuego. ¿Me arrepentiría de ello?
Análisis: The Witcher 2
En el primer The Witcher (del que por cierto hablé bastante en su día) muchos conocimos la figura de un personaje que pronto se convirtió en uno de los grandes nombres propios de los juegos de rol para PC. Geralt de Rivia —el Lobo Blanco para algunos, Gwynbleidd para otros y hasta el Carnicero de Blaviken para unos pocos— era el protagonista de una aventura donde la gracia, lejos de estar en forjar a nuestro propio personaje como suele ser habitual en el género, residía precisamente en interpretarlo. Algo que, teniendo en cuenta la constante ambigüedad moral y presunta ausencia de sentimientos de los brujos, resultaba bastante divertido al tiempo que nos permitía pintar el lienzo de la historia con unos colores que nunca eran blanco o negro, sino gris. The Witcher 2: Assassins of Kings recoge el testigo y, con una mecánica muy similar, nos vuelve a poner en las botas del antihéroe albino por excelencia.
Análisis: Portal 2
Sabéis que había mucha gente como loca con la llegada de Portal 2, ¿no? «GOTY antes de su salida» —clamaban algunos. «¡Va a vender cuatro millones de copias en dos días!» —vociferaban otros. A mí sin embargo, como que me daba muy igual. Casi una semana tuve Portal 2 encima de la mesa esperando a ser jugado, mientras revisitaba clásicos en alta definición como el Príncipe de Persia: Las Arenas del Tiempo o Tomb Raider: Underworld. Pero es igual. Vayas con grandes expectativas, como muchos, o simplemente a verlas venir, como yo, Portal 2 es una aventura lo suficientemente original y brillante como para hacerse un hueco en el podio de los más grandes.
Análisis: Viriax
La última creación de Locomalito es una vuelta al pasado en toda regla. Aspecto retro, música repetitiva, dificultad elevada, control sencillo y partidas de corta duración. Estas características nos traen de vuelta sentimientos negativos como frustración u odio infinito hacia el creador en algunas partes del juego así como una sensación de superación al terminar las diferentes fases. Viriax es el nombre de esta amalgama de impresiones.
Análisis: Hot Throttle
¿Qué podemos obtener de la suma de Cactus, puto amo de lo abstracto, con los señores de AdultSwim? La respuesta no es sencilla, pero sí ciertamente brutérrima. Con forma de juego de conducción, Hot Throttle es el cafre resultado que podemos disfrutar desde hace unas cuantas semanas desde cualquier navegador.
Análisis: Tomb Raider: Underworld
Todo este tiempo sin Playstation Network y el anterior fin de semana directamente sin Internet —cortesía de Telefónica— me han llevado a hacer cosas muy locas. Tras dar carpetazo a Dynasty Warriors 7 y Mindjack, el cual retomaré cuando pueda jugar online para hacerle un análisis lo más justo posible, me pasé un par de días jugando de manera intensiva a la pelota con Lola (locura sin límite). Pero claro, mi cuerpo no está acostumbrado a moverse tanto en tan poco tiempo, así que para compensar el tremendo desgaste físico derivado de mi pasatiempo perruno, pensé que no habría nada mejor que ver pegar brincos a otro. ¿Y quién mejor para ver dar saltos y hacer volteretas que la exploradora más jamona de la historia de los videojuegos?
Análisis: Dynasty Warriors 7
Sé que este tipo de juegos le suelen tocar a Galious y que todos queríais que nos deleitase con otro de sus análisis C2C, pero como a un servidor le gusta meter la zarpa en todo y el regalito en cuestión me llegó directamente a mí, os jodéis —él el primero— y me aguantáis a mí. El principal problema de esto, al margen de la evidente ruptura de estilos, es que mi experiencia en el género se limita a un Dynasty Warriors de cuyo número no quiero acordarme, que tuve el dudoso placer de jugar en PC. Perdonad pues mi falta de experiencia en el arte de matar chinos a cascoporro, lo intentaré compensar con una buena dosis de tetas poligonadas, o no.
Análisis: Enslaved
Una de las primeras cosas que hice cuando me regalaron la Playstation 3, lo creáis o no, fue descargarme la demo de Enslaved. La inicié —antes de probar ninguno de los juegos que ya tenía—, la jugué durante quince minutos y la desinstalé bastante desencantado. Lo único en lo que podía pensar es que estaba ante un juego de robots que se jugaba prácticamente solo. Por suerte, pese a que mi primera impresión fue negativa, con el paso del tiempo he aprendido que los diez primeros minutos (y en ocasiones las diez primeras horas) no son suficientes para juzgar a un juego. Así que meses más tarde lo compré y le di la segunda oportunidad que todos se merecen. Menos mal que lo hice.
Análisis: Yakuza 4
Tras una estancia de aproximadamente cuarenta horas en el pintoresco barrio de Kamurocho —ficcionalización bastante fiel de Kabukichō, el popular barrio rojo de Tokio— puedo decir que hecho prácticamente de todo. He jugado a los bolos y a las máquinas de pachinko, he golpeado a policías y yakuzas por igual, he visitado clubes de striptease y enamorado a señoritas de compañía, he aprendido a mover las fichas de Shogi y a plantarme en el Chou-Han, incluso he aprendido una valiosa lección sobre qué llevar y no llevar en el bolsillo cuando planeas enfrentarte a hostia limpia contra un escuadrón de asalto SWAT. Son pequeños detalles, tonterías que dirían algunos, que conforman la punta del iceberg que es Yakuza 4.
Análisis C2C: Trollboarder
Si hay algo curioso en las plataformas de descarga es que vemos como conviven pacíficamente las grandes muestras de talento de pequeños estudios, joyas jugables que emanan HAMOR por los videojuegos en cada píxel, y la mayor ponzoña en forma de “videojuego”, ideas sobre las que me resulta difícil comprender como alguien ha podido perder su tiempo, su dinero y su creatividad en diseñar mierda como esa y además pretender sacar beneficios con ello. Trollboarder es un ejemplo clarísimo del segundo grupo.
Análisis: Canabalt
Dentro de los muchos minijuegos que vienen apareciendo desde hace unos pocos años, los cuales se hacen un hueco en el mundillo gracias a páginas como Newgrounds, siento predilección por Canabalt. Esta obrita forma parte de ese tipo de juegos que muchos podrían definir con un “eres más simple que la Esteban” (y no les culparé por ello), pero lo cierto es que el juego de Adam Atomic y Danny B encierra en su interior mucho más de lo que aparenta.