Ayer mismo estábamos hablando sobre los sandbox y la falsa sensación de libertad que nos da un mapa tan extenso. Entonces ha sido inevitable acordarme de un juego que me amenizó el verano de 1992 y que, pese a que han pasado dos décadas, me proporcionó una sensación de libre albedrío que no había experimentado hasta entonces con un videojuego y que todavía no ha sido superada. Y eso lo viví, contra todo pronóstico, con un juego inspirado nada más y nada menos que en la figura de Robin Hood: The Adventures of Robin Hood.
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Retro Amor: Jurassic Park (MD)
Hoy me apetece reivindicar (otra vez) la vuelta de los dinosaurios a los videojuegos. Estoy hasta los cojones de zombies y marines cachas. Los dinosaurios siguen imponiendo respeto a pesar de llevar 65 millones de años desaparecidos de la faz de la tierra y es imperativo su regreso al mundo del ocio digital… ¡EN EL PÍXEL ILUSTRE QUEREMOS QUE VUELVA LA DINOMANÍA!
Retro Amor: Mazin Wars
Llegó tarde, pero llegó. Mazinger Z, el gigantesco robot tripulado creado por Gô Nagai, no tuvo videojuego propio hasta que en 1993 la otrora gran Sega remedió esta soberana afrenta con uno de los yo contra el barrio más curiosos y difíciles que vieron los sagrados circuitos de nuestras Megadrives. ¿Os acordáis? ¿No? Pues os advierto que tras el salto no sólo os toparéis con un pequeño retro análisis del juego; sino con un ataque de nostalgia -ciega y puta- de los gordos.
Retro Amor: Armored Warriors
Nunca he sido un fanático de las series de robots. Evangelion es la única que ha conseguido llegar a lo más profundo de mi ser pero más bien porque realmente no se trata de una serie de mechas al uso. Tampoco he disfrutado mucho de juegos con armatostes gigantes como protagonistas. Ni siquiera engendros mecánicos como Megaman han llamado mi atención. El único videojuego protagonizado por robots que he disfrutado y gozado como perra en celo ha sido Armored Warriors.
Retro Amor: Dynamite Headdy
Es muy complicado encontrar obras puras. Creaciones de gran nivel que han permanecido inmaculadas. Impolutas. Impecables. Sin ninguna continuación no deseada que las haga palidecer. Nada de primas feas. Te pones a buscar videojuegos del estilo y pocas cosas vas a encontrar. En un mercado donde la secuela se cotiza a la alta, es algo improbable encontrar títulos que permanezcan en ese estado de integridad. Dynamite Headdy es una rara avis en esto del ocio interactivo.
Y el terror llegó a la tercera dimensión
Retro Amor: Alone in the dark
Que nadie piense que hemos aprovechado la coyuntura que esta noche sea jalogüín para hablar sobre Alone in the Dark. Sí, da miedito, como los Resident Evil, los Silent Hill, los Project Zero y los Naughty Bear. Pero Alone in the Dark fue mucho más que un juego de sustos y por eso cualquier día del año sería igual de adecuado para dedicarle un Retro Amor.
Retro-Indiegencia: Cave Story
Hay gente, poca, que nace tocada por una varita, destacando de sobremanera por encima de nosotros, sucios mortales cuyos únicos fines en la vida se reducen a la supervivencia y la reproducción. Si encima eres un gordopecero de Menéame o un seguero, también puedes ir olvidándote de esto último. Pixel es una de esas personas que sobrevuelan por encima de nuestras piojosas cabezas, dejando un legado, por pequeño que sea, que más de uno recordará dentro de unos años. Estoy hablando, por supuesto, de Cave Story.
Retro Amor: Final Fight
Con el corazón en un puño más que con la cabeza digo que hoy vamos a recordar el mejor juego de hostias callejeras de todos los tiempos. Best of the best. Esto es así. Ya sabéis de qué pie calzo. Las cosas claras y el chocolate espeso. ¿Queréis saber por qué? Pues os iluminaré tras el salto.
Arcanum: Of Steamworks and Magick Obscura
Troika Games fue una compañía muy peculiar. Esto es algo que quedaba patente con tan solo echarle un vistazo a su logotipo, en el que como posiblemente nunca os hayáis percatado, aparece un señor empujando una enorme aguja de reloj para que apunte hacia el diseño, dejando un paso atrás el arte y otro paso más atrás el código. Después claro, sus juegos (los tres que pudieron sacar) estaban hasta arriba de bugs capaces de inutilizarte la partida, pero no podías decir que no habían avisado. Otra buena prueba de la extravagancia tan obscena de Troika, es que para su primer título, el juego con el que presentarse a los jugadores, en lugar de optar por una ambientación post-apocalíptica (al fin y al cabo la compañía estaba fundada por los padres de Fallout) o de fantasía épica, se decantaron por el steampunk. Steampunk con pinceladas de Dungeons & Dragons para ser exactos. Casi nada.
Retro Amor: Castlevania 2: Belmont's Revenge
Ni Symphony of the Night, ni Lord of the Shadows, ni los de DS, ni el Super IV, ni esos Castlevania de títulos impronunciables de reminiscencias pornográficas (lo de X y Rondo suena a gangbang), ni los chiripitifláuticos para NES, ni el New Generation… a mi el que me cautivó fue éste para la Game Boy Potemkin; la buena, la tocha. Su primera incursión en la portátil grisacea fue patética, pero la segunda… ah, la segunda. Mi primer contacto con esta joyita fue en el patio del cole, sufriendo a pelo para evadir los rayos solares matutinos y conseguir cierta visibilidad; al mismo tiempo que protegía la pantalla del aceite que chorreaban los bocatas de mirones mocosos y compinches de partida (normalmente estos últimos eran silenciosos y aportaban buenos consejos; una táctica certera para lograr un eventual préstamo de cartucho). Una hazaña en toda regla, sí, pero un videojuego nuevo era todo un acontecimiento y había que mostrarlo en sociedad. Para fardar, básicamente.
¿Eni achuoki? ¿Eni achuoki? ¡Achoki eni!
Retro Amor: el Arcade de Moonwalker
Quizás los muchachos de la “generación de la plei” no lo recuerden, pero hubo un tiempo en que Michael Jackson molaba. Antes de la supuesta afición del conocido como Rey del Pop a la cirugía estética y a encamarse con pre-adolescentes, los chavales quedábamos impresionados con sus canciones, sus videoclips, sus grititos y sus bailecitos. En 1.988 acudimos raudos a los videoclubs para alquilar su película Moonwalker, pero lo mejor estaba por llegar…
Retro amor: Age of Mythology
A mi los RTS me gustan, pero con reservas. Los que son más complejos me joden vivo, no soporto tener que estar pendiente de miles de datos y de chorropecientas posibilidades de combate o de desarrollo. “Make it simple, but significant”. Pegar muchos tiros en Dawn of War antes que pensar en cómo contrarrestrar un zerg rush en StarCraft. Por ello amo Age of Mythology, porque fue una leve simplificación respecto a Age of Empires II y encima introdujo un giro hacia lo fantástico que le sentaba de lujo.
Retro Amor: Wipeout
Sony, por mucho que os pese, antes molaba. De hecho, en sus inicios dentro de los videojuegos como pez gordo, tras romper con Nintendo se sacó la chorra de una manera descomunal con una máquina técnicamente inferior a Sega Saturn y a la futura Ultra 64. Ello se cimentó tanto en una genial y agresiva campaña de marketing como en una línea de títulos que quería romper con lo establecido, con la idea de que los videojuegos -solo- son para niños, cuando las estadísticas sobre el pelo púbico medio de los drogadictos de clase B que estamos hechos decían claramente lo contrario. Junto a otros títulos del calibre de Ridge Racer, Air Combat o el guarrísimo Destruction Derby, Wipeout fue uno de sus estandartes iniciales, y lo cierto es que lo partía muy fuerte. Wipeout es hamor. Wipeout es velocidad. Wipeout es una jodida rave. Wipeout, carajo.