Si hay una compañía por la que siento amor, esa es SEGA. Si, amigos, lo admito, soy SEGUERO, con grandes y largas mayúsculas. Así me hicieron, no pude hacer nada para impedirlo, era un joven enano feliz al que compraron una Master System II, y luego la Mega Drive… y luego la Saturn… Que tiempos felices corrían hasta que llegó la Saturn… Sniff.
Pero no os voy a comentar mis penas, no, simplemente quería explicaros los motivos de la elección del juego del que os voy a hablar. El pertenecer a los cultistas de SEGA me ha permitido degustar alguna que otra joya, que otros no podían (y no hablemos de todos los juegos que me he perdido por ello). Y entre estos elegidos, hay un juego que no destacaba demasiado entre sus mayores, pero que siempre le tuve un cariño especial. Hablamos del Alien Storm, hablamos de los Alien Busters.