Creo que todos estaremos de acuerdo al afirmar que Just Cause fue un auténtico despropósito de juego. Bueno, todos no… Un amigo mío podía pasarse horas y horas contándome anécdotas de todo lo que había hecho y dejado de hacer en San Esperito, siempre con una sonrisa en la cara y asegurando que el título era nefasto técnicamente pero divertido como pocos. Al menos lo era a causa de las estrambóticas situaciones a las que el título te conducía sin remedio. Por suerte, Just Cause 2 se queda con esa relativa diversión y se perfila como un juego muchísimo mejor que su antecesor. Pero mucho, mucho. La única pega es que sus creadores son los mismos que los de la primera entrega, y desgraciadamente algo de polvo han arrastrado por el camino…
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