El obituario es un género poco habitual en la prensa de videojuegos. La industria todavía es muy joven e incluso alguno de los padres del medio sigue por ahí coleando. Hasta que no se nos muera un Miyamoto, un Kojima o un Molyneux al que escribir panegíricos no nos daremos cuenta de que los creadores de juegos también se mueren, y será entonces cuando nos pongamos a escribir para encumbrarlos y a recordar los aniversarios de sus fallecimientos.
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