Ahora está de moda todo lo japonés: leer sus cómics, comer pescado crudo, vestir como daltónicos, llevar cosas de Hello Kitty y escuchar grupos de mierda como Dir en Grey, pero hubo un tiempo en que todo lo americano molaba. Queríamos ser los más populares de la clase llegando al cole montados en un monopatín, llevando deportivas chillonas con pantalones vaqueros rotos y, si nuestras madres nos dejaban, lucir un mullet como los críos de las películas (y los gitanillos de los billares, pero a nosotros no nos parecía lo mismo). Lo mejor que podían hacer nuestros padres era llevarnos a un McDonalds y el viaje soñado por todos era ir a Disneylandia. Y entonces, apareció California Games.
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