Sherry Turkle, profesora ilustre del MIT, define en su libro, La vida en la pantalla, la inmersión como «un proceso psicológico que se produce cuando la persona deja de percibir de forma clara su medio natural al concentrar toda su atención en un objeto, narración, imagen o idea que le sumerge en un medio artificial». La inmersión en el mundo de los videojuegos tiende a ser sencilla gracias a esa conexión que logramos mediante el control del mismo. Extrañamente, yo tiendo más a zambullirme en el mundo cinematográfico. Probablemente sea por mi amor por el séptimo arte o porque el teatrillo que se monta a mi alrededor de una sala sin luces con una pantalla gigante quizás ayuda a ello. Puede que ocurra por mi asociación nostálgica del videojuego como instrumento para la diversión. Aún no lo he descubierto.