Tras el semi-fallido intento inicial con aquel Street Fighter, Capcom pegó el pelotazo padre con la salida de su secuela. Franquicias como Mega Man habían dado bastante prestigio a la compañía japonesa durante la reciente y moribunda época de los 8-bits, pero no fue hasta la aparición de Street Fighter II: The World Warrior cuando empezaron a llover billetazos, popularidad y, por qué no decirlo: la forja de la jodida leyenda de los beat ‘em up.
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