Ay, los dieces. La perfección. La excelencia. El no-va-más. Los créditos de la matrícula que no tendrás que pagar el curso que viene. Cuando a un juego se le califica con la máxima puntuación, sin miramientos, sin matices ni décimas de perdón, se le otorga una categoría más allá de lo numérico. Con todo lo que eso supone. Este no es un debate sobre notas sí o notas no en los análisis, esto es un texto sobre cómo muchas veces nos dejamos llevar por el entusiasmo y caemos en contradicciones. Y eso conlleva pérdida de credibilidad, lo peor que le puede pasar a un periodista.
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