Normalmente me cuesta encontrar juegos para dispositivos portátiles que sean capaces de presentar propuestas consumibles en pequeñas dosis. Sin embargo, de vez en cuando aparecen joyitas como Deep Dungeons of Doom, una indiegencia pixelada de repartir guayas, espadazos y hechizos por una buena tanda de mazmorras del jodido averno.
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