Ya queda muy poco del hombre de Cassardis que fui. La marca del dragón ha cambiado mi destino y ya casi no recuerdo nada de mi tranquila vida de pescador. Desde que soy Arisen he cambiado redes y aparejos por espadas y armaduras. Me he recorrido Gransys entero. He luchado contra grandes monstruos. Me he aliado con bandidos para después masacrarlos sin piedad ni remordimiento. No tengo corazón y la hora de recuperarlo o perderlo para siempre se está acercando.

Continuamos con la bitácora del nuevo Arisen. Ya hemos llegado a Gran Soren, la capital del Reino, nos hemos establecido en una coqueta posada y hemos empezado a recibir encargos de todo aquel que se cree digno de pedirle favores al Arisen: miembros de la nobleza y el clero, prestigiosos comerciantes, taberneros, campesinos, el loco del pueblo y un crío que pasaba por ahí entre otros. El problema llega cuando toca alejarse de la urbe para ayudar a esa pobre gente que siempre tiene unas moneditas para que el Arisen pueda comprar un poco de vino.

Tras las bitácoras que escribió Andresito sobre Dragon Age: Origins y Skyrim, ahora me toca a mí contar mis batallitas en Dragon’s Dogma, un juego que creo que no se le ha hecho el caso que merece y que me está pareciendo de lo mejorcito que ha salido este año… Quizás la maldición de no llevar un numerito en el título sea mucho peor que cualquiera que pueda causarte un dragón enfurecido… Como en anteriores ocasiones, intentaremos no pasarnos con los spoilers, que el juego da para contar aventurillas sin necesidad de ir jodiendo las sorpresas a los que tengan la intencion de jugarlo… Empezamos…