Al margen del Filmation que comenté en aquel artículo sobre la perspectiva isométrica, uno de los avances visuales que más to’ loco me dejaron en el pasado fueron los FMV. Ya sabéis, esos juegos íntegramente compuestos por una serie de secuencias de vídeo que se pusieron fugazmente de moda a principios de los 90, especialmente durante el lanzamiento de Mega-CD. La sola idea de interactuar con imágenes reales me parecía algo futurista y revolucionario. Habíamos pasado del Mario de cuatro píxeles a las vertiginosas animaciones de Dragon’s Lair, de disparar contra patos indefinidos a rellenar de plomo a unos vaqueros de pecho palomo que apestaban a sudor de lo über reales que parecían, de empalmarnos con el Cobra Mission o el Strip Poker de turno a masturbarnos tener pseudo cybersexo con Space Sirens y Latex: the video game. Me sentía cerca de la era Blade Runner.
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