Puedes ayudar a señoras a cruzar. Puedes dejar propina. Puedes comprar pañuelos al yonki del barrio en el semáforo pensando que, inocente de ti, lo usará para comer. Puedes donar toneladas de pasta a niños en África. Puedes decirle a una amiga “oye perdona, se te ve una teta, recolocate el tema…” o a un colega “se te cae el moquete”. Puedes hacer de escudo humano de un político. Puedes devolver el cambio si al comprar te han devuelto dinero de más. Puedes hasta pagar por ver porno en streaming. Vale, mi percepción de ser una buena persona no sé si está del todo bien. Con todo, da igual cual sea tu criterio de buena persona. Una exposición prolongada al juego online te transformará, casi con total seguridad, en un hijo de puta.
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