La cuarta pared, para los más despistados, es aquella barrera imaginaria que separa a la obra audiovisual —ya sea un cómic, una película o un videojuego— de su consumidor. Lo normal, y así sucede en la mayoría de títulos que salen al mercado, es que este muro imaginario permanezca inalterable durante todo el transcurso del mismo, sin alterar para nada nuestra relación videojugador-videojuego. Pero hay ocasiones, y de esto va precisamente el artículo que estáis leyendo, en las que una obra intenta ir un paso más allá rompiendo el muro invisible que nos separa de la acción que tiene lugar en la pantalla. Esto no les hace ni mejores ni peores, sino diferentes, y por eso mismo quiero que les echemos un vistazo a algunos de los mejores usos de esta técnica.
