Estamos acostumbrados a que los videojuegos nos hagan creer que somos los protagonistas indiscutibles de la película, los ‘elegidos’ por decreto. Da igual tener en la pantalla a un señor dando tiros con un fusil de la Segunda Guerra Mundial, que a un pirata soltando cuchilladas a diestro y siniestro, el protagonista siempre eres tú. Tú, videojugador, capaz de usar el mismo mando para salvar la galaxia y ganar la Champions League, eres el objetivo de todos los focos. Y eso está muy bien. Pero también está muy bien lo que plantea Her Story, que consiste básicamente en despojar al jugador del papel protagonista dentro de la función, para otorgarle un rol completamente secundario.