Ya vieron ustedes el otro día, en el cutre video sobre Andresito, que soy un indiegente de la leche. Vivo repantingado en un sofá feo de cojones con unos calzoncillos de Bart Simpson mientras me bebo cubatas de esa cosa llamada Ron Negrita (y eso que hasta el Almirante del Mercadona está más bueno). El caso es que a veces, solo a veces, salgo a codearme con las altas esferas. Me afeito (bajos incluídos), me trajeo debidamente y me harto de beber Santa Teresa añejo en fiestas de alto calibre. Toda esta gilipollez que os estoy soltando viene a cuento por el jueguecito que os voy a presentar de manera breve: Igneous, una obra aparentemente no-tan-indiegente.
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