Los chavales de la generación PSX, esos imberbes que conocieron a Solid Snake cuando este ya lucía un bigote de 1.500 millones de polígonos, me miran con cara de gilipollas de incredulidad cuando les digo que los videojuegos a los que yo jugué durante mi tierna infancia y mi perra adolescencia eran más videojuego que esas pseudo películas interactivas a las que nos viciamos ahora. Y no me extraña que me miren y piensen que estoy zumbado, ya que eso no me lo trago ni yo. Además, creo fervientemente en esa frase que reza «la generación actual cree que el buen gusto de la generación anterior es el colmo del mal gusto, y viceversa». No obstante cada vez que rescato La abadía del crimen, Head over Heels u otro Filmation game, no puedo evitar pensar que algo de razón hay en mis palabras.
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