Hay un enorme capítulo en la historia del videojuego japonés que no se ha explotado tanto como todo lo concerniente a la Era Hoisei y la nostalgia de chavales GenZ vallisoletanos que añoran una infancia invent en la que jugaban al Ninja Spirit en su PC-Engine y escuchaban casetes con música City Pop de su padre. Me refiero a una época previa con el auge de los ordenadores de 8 y 16 bits fruto del lanzamiento de varias máquinas que, con las series PC-6001, PC-88 y PC-98 de NEC a la cabeza, sentaron cátedra en lo que a la creación de novelas visuales se refiere para amoldarse a las limitaciones de hardware que no permitían demasiados artificios con los modos de vídeo y refresco disponibles. Sin ir más lejos, la adaptación oficial de Super Mario Bros para PC-88 y Sharp X1 no tenía scroll en los escenarios y aquello parecía un plataformas ratonero de Spectrum más que una sorprendente concesión por parte de Nintendo.
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