Ser un paquete no es fácil. No es fácil porque implica muchos factores bastante molestos, siendo el primero y más fundamental el hecho de que eres muy malo y a causa de ello te estás perdiendo buena parte de la diversión de un juego. Y lo peor no es perder en diversión, lo peor es saberlo: ser consciente de que eres un paquete, de que podrías divertirte más siendo menos malo, pero mirar impotente cómo ser medianamente bueno queda muy lejos de tu alcance. Es, para que nos hagamos una idea mucho más gráfica, como ser el último elegido por los dos capitanes en el partido del recreo, mientras vemos a las niñas y chicos con sobrepeso ya preparados en cada bando.
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