Hace unos días, mientras ideaba este artículo tan super original en la ducha (concretamente mientras me enjabonaba los espacios entre los dedos de mis pies, allí donde más roñilla acumulamos los hombres-mono), pensé en voz alta: “He de escribir algo sobre el Dodge Ball de Kunio Kun, seguro que la mayoría de esos imberbes no lo conoce”. ¡Ja, incauto de mí! Mis ilusiones por rememorar este clásico se esfumaron con un ZAS en toda la boca al ver que Andresito ya había escrito un fantabuloso Retro-Amor sobre el mejor juego de la saga. Tras desahogarme en la cúpula de la ira, maldecir a Andresito y a su cojonudo texto y exorcitar mis demonios de la envidia con el Duke Nukem, recapacité y reformulé el artículo.
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