El Castlevania español tiene algo. No solo es una actualización notable de una saga que ha conseguido salir de las 2D con todo el éxito que necesitaba sino que también cuenta una historia interesante, bastante alejada — al menos al principio — de lo habitual en la saga y con un protagonista, Gabriel Belmont, que hace frente en badassery al mismísimo Shepard. Porque además de ser un tío duro, tiene una dimensión personal que el juego explica de una forma tremendamente elegante, bella y sutil. Como en este momento.
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