Cerrad los ojos y retroceded en el tiempo. Sois ese chaval de 11 años que recientemente estrenó su nueva consola de videojuegos. Es Navidad, una de las pocas celebraciones, junto a cumpleaños y buenas notas, en los que te pueden regalar un videojuego. Y ese paquetito rectangular con una etiqueta con tu nombre apunta que esta vez ha habido suerte. Esperas con ansia que sea uno de los bombazos que aparecen en las revistas o uno de los que salen en ese folleto promocional que sabes de memoria. Pero, al retirar el papel te encuentras con esto: