Aunque ya existían un buen puñado de consolas, mi primer contacto con el mundillo de los videojuegos fue allá por 1982 gracias a los handheld video games o maquinitas, como decimos los cebolletas castellanoparlantes. Mi full contact llegaría más tarde, primero con la Spectrum (eso sí, en casa de un hamijo) y ya en 1987 con mi gloriosa NES; pero entretanto mi vicio se nutrió de estos míticos aparetejos LCD que me hacían sentir, iluso de mí, como el chaval de Juegos de guerra. Un periodo de inocencia al que hoy quiero rendir homenaje con las diez que me más me impactaron. ¡Al barro!
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