Quería hablar de Diablo III como si fuera un travesti. El juego, no yo. De hecho tenía casi la mitad de la crítica escrita alrededor de esa metáfora. Que si Lola de los Kinks por aquí; que si Tootsie por allá; que si luego bromas de penes. Después de un buen rato juntando letras me quedé atrapado entre la metáfora y mis gustos sexuales. Si es un travelo, entonces a mí lo que me gusta es el tío que se esconde debajo de ese vestido de mercadillo. Yo quería seguir por ahí, ojo, pero lo macho dentro de mí me lo impedía. Tuve que volver a empezar. No sabía cómo contarlo.
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