Vuelven las epildoritas. Nuestra sección dominguera que en verdad publicamos cuando nos sale de los bajos. ¡Como hoy, mismamente! Venimos con una pequeña sartenada de imágenes que mezclan lo viejuno y lo moenno, los pixeles gordos y los pinceles más refinados. Nier y Zelda. Kirby y Sonic. Allé vamos.
Seré sincero: tiemblo cada vez que veo que una compañía va a sacar el remake de un juego al que en su tiempo tuve cariño. En el caso menos malo imagino que hacen un copypasteo sacacuartero para la plataforma actual de turno que mantendrá contento a algunos nostálgicos de la Nocilla. En mis sueños reguleros veo atrocidades realizadas con tonos pastel que desdibujan parte de la esencia, de la gracia del juego original. Ya dentro de mis peores pesadillas está una burrada de Sega perpetrada sobre la memoria de OutRun. Por contra, unos pocos títulos son tratados con mimo a la par que hacen honor al nombre que utilizan, Metroid: Zero Mission es uno de ellos.
Super Metroid es acojonante por muchas razones. Para empezar mejora bastante el tema jugable con respecto a sus dos primeras entregas, teniendo Samus mayor fluidez de movimientos que anteriormente; también brilla por su apartado técnico, donde la potencia del cerebro de la bestia deja en bragas a los cartuchos de NES y Game Boy, sacándose incluso la chorra por momentos con la utilización del Modo 7 a la vez que aguanta el paso del tiempo con la cabeza alta. Con todo, Super Metroid también destaca por su manera de ponernos la mesa de manera lenta y acertada mientras se cocina el plataco que viene después, y casi siempre sin hacer Kojimas.
Una de las pocas pegas que se le han puesto en los últimos meses a ese pepino que promete ser el nuevo Smash Bros. de Wii U ha sido la excesiva sexualizacion del personaje de Samus Aran de la saga Metroid. Samus se consagró como uno de los mejores personajes femeninos del medio desde su primerísima entrega, en la que ejecutaba su misión como la máquina de matar contorsionista de dos metros que es sin revelar su identidad sexual hasta el final de la historia.
Spelunky es un juego del mal. Tras más de 20 horas, aún no me he podido finiquitar el juego, es más, estoy un tanto atorado en el mundo 2, esa selva del infierno, donde suelo acabar muerto de mil maneras impredecibles. Aún así, Spelunky es amor, porque aunque empieza a cansarme el morir una y otra vez, sé que todo es mi culpa. No mirar que había una estatua que lanza flechas, no comprobar bien el jarrón que acabo de destrozar, calcular mal la distancia de salto y acabar en los pinchos… Todos los que hayan jugado, sabrán de lo que hablo. Me queda mucho camino por recorrer en Spelunky pero acabo de quedarme bastante loco con un vídeo que he encontrado. Se trata de un mod que modifica todo el mundo de Spelunky y lo convierte en una aventura de Samus Aran. Todo. Es un pasote. Una maravilla, vamos.
Hero y su secuela Hero Core son dos indiegentadas creadas por Daniel Remar que beben descaradamente de Metroid. Como hijos bastardos de la serie nintendera que son, en ellos se observa su obsesión por la exploración del (desconocido inicialmente) mapeado, la potenciación progresiva del avatar y un minimalismo audiovisual y cromático que a mi personalmente me encanta. No son excesivamente largos, pero os llevará alguna que otra gloriosa horilla terminarlos.
Por otra parte, hay que reconocer que el sabor a Metroid es excesivamente escamoso a pesar de utilizar un sistema de control diferente, pero lo cierto es que los muy jodidos están bastante bien planificados y ejecutados como para no pegarles un tiento.
Vuelve la rubita de Nintendo. Nuestra heroína intergaláctica favorita se trae bajo el brazo una nueva entrega de la saga Metroid que está dando que hablar. Con el Team Ninja detrás del desarrollo éramos muchos los que esperábamos algo bastante distinto a lo anteriormente visto. Finalmente, Metroid Other M trae interesantes novedades, tanto jugables como narrativas, y está creando bastante revuelo entre los fieles de esta mítica saga, entre los cuales se ha creado una división de opiniones similar a lo visto en sus días con la salida del primer Prime. Vamos allá con lo que la solitaria cazarecompensas tiene para nosotros esta vez.
¡Qué palote nos ponía pensar en posibles películas de nuestros juegos favoritos! Cuando somos chavalcos, todos tenemos nuestros actores fetiche, nuestros héroes de acción del celuloide que creemos perfectos para encarnar al prota de nuestro juego preferido. Pero el tiempo cambia como cambia tu novio, que ya no es el tío locuelo del que te enamoraste, y los héroes de nuestra infancia no son los mismos que los actuales. La vida es así. ¿Quién fue el actor perfecto para dar vida a tu héroe cuando lanzaron el videojuego y quien sería si hicieran la película ahora? Esta podría ser una profunda reflexión sobre el cambio de tendencias en los estereotipos, pero en realidad es una chorrada de artículo para partirte el culo con una raja horizontal. Disfrutadlo y no enjuiciéis mi habilidad con el photoshop, hijosdeputa.
Que los videojuegos no tienen por qué ser realistas es algo que está más allá de toda duda. El realismo está al servicio de la diversión y cualquier cosa que se interponga entre ellos debe ser erradicada. Ya sea que nuestro héroe aguante un cargador de ametralladora sin pestañear o que pueda llevar diez armas en la espalda, si aporta diversión bienvenido sea. Sin embargo, hay ocasiones en las que ese énfasis por añadir diversión a la mezcla desemboca en un obsceno atentado contra la lógica más básica del propio videojuego. Son esas situaciones en las que no podemos evitar girar los ojos, mirar fuera de la pantalla y pensar “¡Pero qué coño!”.
Es fácil darse cuenta que desde la generación anterior hay un género que predomina por encima del resto, que se encuentra un escalón por encima en cuanto a popularidad y que de paso, recoge muchas más ventas que los demás. Habéis acertado, se trata de los FPS, una categoría que está sufriendo una sobreexplotación preocupante y sin sentido, y todos sabemos como acaban estas cosas. Sucedió en su época con los matamarcianos, luego con los plataformas. ¿Alguien pensaba que esos géneros tan en alza iban a quedarse estancados en el olvido?. Los videojuegos cambian, las tendencias cambian, y los FPS también tienen que hacerlo.
