Estoy hasta las pelotas de los micropagos. Hace un par de años, un juego de fútbol muy sencillo para terminales táctiles consiguió encandilarme. Flick Kick Football costaba noventa céntimos de euro y, por ese módico precio, era capaz de ofrecer una experiencia de lo más satisfactoria. Por ese motivo, cuando la semana pasada me enteré de que Flick Kick Legends iba a mezclar la mecánica perfectamente ajustada de su hermano mayor, con una suerte de «modo mánager», los ojos me hicieron chiribitas y fui corriendo como un poseso a comprarlo. Pero no pude. No pude porque Flick Kick Legends es un juego gratuito. Un Free to play, que se llama. «Bien», pensé al principio. Bien jodido, más bien.
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