Seamos sinceros. No hay nada mejor en las reuniones con los amigos en los que haya una consola de por medio que poner un juego de lucha y empezar el festival de tollinas. Lo cierto es que este tipo de juegos siempre triunfa, ya sea por la rapidez en sus combates o por ese componente casual que permite que un experimentado jugador pierda los papeles ante alguien que simplemente machaca los botones. Citar grandes títulos de lucha sería muy sencillo y es por ello que es mucho más gratificante navegar hacia la orilla donde Galious, al vernos, alza el brazo y nos saluda con esmero. Si, al universo de los videojuegos mierders.
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