Aunque nuestras madres piensen lo contrario, también se puede aprender algo con los videojuegos. En mi caso, no solo se convirtieron en una primera toma de contacto con el inglés, asignatura que en mi época no se impartía hasta los 12 años, sino que también, gracias a los juegos de Konami para MSX, supe que esas extrañas estatuas cabezonas de la Isla de Pascua se llamaban Moais.
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