Mordheim es un derivado absolutamente maravilloso de Warhammer, que mucha gente posiblemente conozca por ser el hijo bastardo (y fantástico) del no menos bueno Necromunda. Se trata de un juego de mesa en el que bandas de seis a veinte miniaturas se enfrentan en escenarios atiborrados de escenografía en los que destacan edificios medio en ruinas de varias plantas (en los que se puede entrar). Es, para que nos entendamos, lo más parecido que se ha hecho a un SRPG en juegos de mesa. Especialmente si tenemos en cuenta que tras cada enfrentamiento las miniaturas ganan experiencia, suben de nivel, pueden comprar equipo, alquilar mercenarios o explorar las ruinas en busca de tesoros. Dicho esto, supongo que entenderéis mi entusiasmo con el anuncio de Mordheim: City of the Damned, un videojuego basado en la licencia que saldrá a la venta a finales de este año.
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