Aunque tengo más lagunas de las que quisiera, muchos son los juegos que se me ocurren para definir cómo ha ido mi vida en este mundillo desde que probé aquel lejano Keystone Kapers en una Atari 2600. Pero eso no es más que mi visión, y al igual que las vuestras probablemente difiera de lo que viene siendo un hipotético canon del videojuego en el que se encuentren esas joyitas que, se mire por donde se mire, han guiado al resto de producciones marcando tendencias, creando estilos, mecánicas y en definitiva: petándolo. Pac-Man probablemente sea uno de sus ejemplos más claros, y lo cierto es que a pesar de ser el representante supremo del ilustrismo, nunca le habíamos dedicado un texto.