Me considero una persona buena, de esas que ayudan a las personas que lo merecen. Soy un tío cívico: Tiro los chicles en la papelera, doy los buenos días a desconocidos y devuelvo el IVA a hacienda. En los videojuegos también procuro llevar esta tónica. Sinceramente, me siento fatal cuando elijo hacer el mal, por lo que casi siempre acabo cargando una partida anterior a la decisión inadecuada que he tomado en esos momentos en los que me da por experimentar. De hecho, si alguna vez he decidido comportarme como un maldito cabrón, ha sido porque previamente he completado el juego como la madre Teresa de Calcuta.
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