Por la manera en que se a menudo se asocian con el hardware que los sustentan, por la importancia que se da a las resoluciones, a los FPS o a las posibilidades online o por muchas otras razones; los videojuegos son vistos muchas veces como productos con fecha de caducidad.
Ay, los dieces. La perfección. La excelencia. El no-va-más. Los créditos de la matrícula que no tendrás que pagar el curso que viene. Cuando a un juego se le califica con la máxima puntuación, sin miramientos, sin matices ni décimas de perdón, se le otorga una categoría más allá de lo numérico. Con todo lo que eso supone. Este no es un debate sobre notas sí o notas no en los análisis, esto es un texto sobre cómo muchas veces nos dejamos llevar por el entusiasmo y caemos en contradicciones. Y eso conlleva pérdida de credibilidad, lo peor que le puede pasar a un periodista.
Moraleja:
Si molas lo suficiente como para tener acceso al grupo de whatsapp de El Píxel Ilustre (no, no preguntes, no estás a la altura) ya sabrás que esta semana solo existen dos temas de conversación. Como ninguno moláis ni la mitad de lo necesario, ya os pongo yo al día. El primer tema de conversación es la inminente boda de Andresito y la todavía más inminente despedida de soltero que va a dejar Resacón en Las Vegas, Project X, El Guateque y la última media hora de Los Vengadores a la altura de una partida de Monopoly. El otro tema de conversación son las putas notas. La genuflexión aritmética de la cultura ante el mercantilismo. El tumor incómodo de mirar de la industria. El holocausto cultural que emocionó a Steven Spielberg.
Un 40/40 en Famitsu. Otro más, sí, como nosotros, que hemos publicado más dieces que ellos este año y también nos habéis criticado un poco por ello. Yo lo entiendo, entiendo que se desconfíe de una publicación que regale esas notas, pero eh, es que el diez no es «la nota perfecta». No son pocas las revistas, medios o pseudoblogs que caen en el error de entenderlo así. Voy a hablar un poco de ello, que para algo en este blog poseemos la verdad absoluta. Yo en especial. (ESTO ÚLTIMO ES BROMA, ¿VALE?, QUE LUEGO NO LO COGÉIS Y HACÉIS EL RIDÍCULO POR AHÍ).
De un tiempo a esta parte he estado leyendo muchos comentarios referentes a las notas que ponemos, que honestamente me han molestado. No porque los considere un ataque hacia mi persona o mi forma de valorar un juego, sino porque creo que sencillamente están equivocados. Ni un diez para mí es el puñetero juego perfecto, ni un seis es una basura a la que hacer el vacío obligatoriamente. Así que para evitar malentendidos y que todos podamos tener un baremo al que acudir en caso de necesidad, a partir de ahora vais a tener esta bonita página siempre visible detrás de la pestaña «quienes somos». Por lo pronto, tras el salto tenéis lo que representa a grandes rasgos el numerajo final de nuestros análisis, que aunque no lo creáis nos cuesta mucho menos escribir (lo hacemos con un dado de diez caras) que el texto que lo acompaña.