Aunque ya existían un buen puñado de consolas, mi primer contacto con el mundillo de los videojuegos fue allá por 1982 gracias a los handheld video games o maquinitas, como decimos los cebolletas castellanoparlantes. Mi full contact llegaría más tarde, primero con la Spectrum (eso sí, en casa de un hamijo) y ya en 1987 con mi gloriosa NES; pero entretanto mi vicio se nutrió de estos míticos aparetejos LCD que me hacían sentir, iluso de mí, como el chaval de Juegos de guerra. Un periodo de inocencia al que hoy quiero rendir homenaje con las diez que me más me impactaron. ¡Al barro!
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La evolución del personaje; la involución del jugador
Cuando era un chaval, pasarse un juego era un bocado de gloria solo al alcance de unos pocos. Presuponía tener un talento y una habilidad fuera de lo común y/o haber dedicado un tiempo y un esfuerzo en conocer todos los retos que nos podía plantear un juego. Eran otros tiempos, donde lo importante era tener unos buenos reflejos y donde la experiencia la ganábamos nosotros como jugador y no nuestro personaje en forma de puntos.
Logros y Trofeos Old School
El tema de los logros y trofeos, a pesar de parecer una chorrada o una forma mas de medirse el pene en el mundo virtual, suponen el fin de las trolas de patio de colegio en plan “Si tiras 500 lanzas a la lápida en la máquina del caballero, en lugar de un Drácula sale un Frankestein, que mi primo lo ha hecho”. Hasta esta generación no teníamos marcadores de esta forma, pero durante el tiempo que llevo con esto de los jueguicos he vivido ciertos momentos que son absolutamente merecedores de un logro o trofeo como los llamamos ahora. Tras el salto, os pongo los cinco primeros que me han venido a la mente:
Do you speak english?
Pertenezco a un grupo de edad en el que el inglés y los videojuegos estaban firmemente ligados. Esos chavales grandes que ya hemos entrado en la treintena, salvo los que sus papis les apuntaban a clases particulares, no teníamos nuestro primer contacto académico con el inglés hasta los 12 años. A excepción de los títulos nacionales que salían en los ordenadores domésticos, los juegos nos llegaban en el idioma de Shakespeare y cuando las consolas se convirtieron en las plataformas de ocio más populares tuvieron que pasar algunos añitos hasta ver como nos llegaba un juego traducido al castellano.
Ya no somos niños...
Buenos días. Me llamo Galious, tengo 32 años y me gustan los videojuegos. A pesar de tener un trabajo normal, estar casado y tener una vida social regular, decir eso me convierte automáticamente en un inmaduro que sigue jugando a marcianitos con pelos en los huevos. ¿Por qué? Porque los videojuegos siguen siendo para niños.
Jump!
Imaginaos la situación: somos un fornido guerrero o un experimentado soldado curtido en mil batallas, rápidos, ágiles, fuertes y capaces de curar las heridas más graves con tan solo ponernos un rato a la sombra. Sin embargo, un tronco caído en mitad del camino o incluso un miserable bordillo son suficientes para bloquear nuestro avance… Seguro que os suena a todos, ya que se está transformando en algo cada vez más habitual: los héroes de acción modernos no saltan.
El Multijugador obligatorio
Si echamos la vista atrás, las principales incorporaciones a la presente generación de consolas, además del obligatorio salto técnico, han sido la cuasi-obligación de conectar a internet nuestras consolas y el control mediante movimiento. El hecho de tener la consola en red ha supuesto, entre otros “avances” la posibilidad de los parches y actualizaciones, las plataformas de descarga con nuestros amados DLC’s y, por supuesto, el multijugador online. Especialmente el multijugador online. Sin embargo, en demasiadas ocasiones creo que hubiéramos estado mejor dejándolo en exclusiva para los gordopeceros.
Y si... los arcades siguieran llevando la batuta
Como aficionado a los videojuegos, hay pocas cosas que me den más pena que pasearme por un “salón recreativo” actual y ver que esos Templos al Píxel de mi niñez se han convertido en tómbolas donde los poligoneros consiguen peluches en forma de conejito de Playboy para impresionar a sus teñidas novias. La diferencia entre los sistemas domésticos y los arcade ya no existe y no tiene sentido ofrecer a la gente pagar más por lo mismo que puede tener en casa… Pero yo me pregunto… ¿qué pasaría si los Arcades aun fueran lo último en videojuegos?
Cuando Disney hacía juegos buenos...
Hubo un momento que Disney era el no va más en el ocio infantil. Un viaje a Disneylandia era el mejor plan de vacaciones que se le podía dar a un niño y las series incluidas en el Club Disney nos maravillaban los sábados por la tarde. Entonces no había canales que ofrecían 24 horas ininterrumpidas de dibujos animados ni Disney era sinónimo de virginales muchachitas cantantes que se transforman en zorrones desorejados a las tres horas de cumplir los dieciocho. En aquellos años, Disney era lo más… Y tampoco quedaba atrás en el terreno de los videojuegos.
Los Géneros Perdidos: Matamarcianos
Hubo un tiempo que los videojuegos se llamaban “marcianitos”. Entonces, juegos como Space Invaders, Phoenix, Asteroids o Galaga arrasaban en los recreativos. Nuestro papel: controlar una nave espacial y mantener a raya los ataques alienígenas. Algunos irán de guays y los llamarán “shoot’em ups”, pero a mi me gusta más llamarlos matamarcianos.
La doble cara de la nostalgia
Creo que la nostalgia es un arma de doble filo. Por una parte, nos permite evocar tiempos más felices, normalmente asociados a la infancia y adolescencia, épocas donde todo era más fácil y sencillo, sin los problemas y preocupaciones que adquirimos a medida que vamos creciendo. Por otra, intentar revivir esos momentos puede resultar en muchos momentos una experiencia frustrante y decepcionante que empañe nuestros almibarados recuerdos. Es curioso ver como, en una sola semana y hablando estrictamente de videojuegos, hemos visto las dos caras de la nostalgia con los lanzamientos de Duke Nukem Forever y el remake en 3D de The Legend of Zelda-Ocarina of Time.
Faster than the speed of light
Siento decepcionaros, no voy a emular al virtuoso sueco en un Galious y sus Guitarritas. Solo que el título de esa canción le viene al pelo a la sensación que tengo últimamente con esto de los videojuegos. Además, me gusta hacer referencias jebimetaleras a pesar de estar cogidas con pinzas y esto no es más que otro artículo “cebolletesco”. No sé si opinaréis lo mismo pero ¿no creéis que las cosas van demasiado rápido?
El formato físico como legado
Sé que parecerá una batallita de Abuelo Cebolleta, pero pertenezco a una generación a la que el tema de Internet nos cogió mayorcetes. Ya era mayor de edad cuando tuve mi primera cuenta de e-mail, tenía un módem de 56 Kb que hacía el mismo ruido que los cassettes del Spectrum y tenía que quitarme del Internet cuando mi madre quería hablar por teléfono.