Carpanta nació en la primera década del franquismo, cuando España pasaba más hambre. El dibujante Escobar utilizó el humor y el aspecto inocente de su personaje para esconder una denuncia de la miseria que vivía el pueblo en aquellos durísimos años de posguerra. No es que la jugada le saliera redonda: Escobar recibió algún toque de atención de la censura de la dictadura y le pidieron que suavizara la gusa de su personaje porque parecía que en la España del caudillo se comía poco y mal. Carpanta, un hombrecillo que se las ingeniaba para llenarse el estómago a costa de otros, era heredero de la novela picaresca, un género literario muy español que cuatro siglos antes ya había servido como crítica a la situación de los pobres durante el Imperio de los Austrias.
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