Cada vez que alzo la mirada hacia la repisa de los videojuegos, lo veo. Ahí está impasible, gritando en silencio bajo la sombra de otros con más renombre pero menos alma. Su estigma: intentar desviarse, hacer algo diferente sin olvidar lo clásico, tratar de hacerse un hueco entre tanto acomodado. Es hora de escuchar sus gritos. Es hora de que todos sepan que han obviado un producto como pocos. Es hora de hacer justicia.
15