Como guionista siempre he opinado que adaptar una obra, pasarla de un medio a otro, es una putada como una catedral. Si una obra, pongamos un libro escrito por Fulanito, capta el interés de unos productores de otro medio (cine, por ejemplo) normalmente es debido al éxito cosechado como obra literaria. Un éxito que ya de entrada condicionará a los realizadores de la futura película, que deberán contentar al autor, a los fans, a los productores y vete tú a saber a quien más. Para más INRI, aunque la película sea buena, siempre habrá una legión de capullos cerca de ti para proclamar a los cuatro vientos que “¡El libro era mejor!” o “la peli está bien, pero le falta originalidad”. Muchos capullos no detectan que la originalidad no reside sólo en el “qué cuentas” sino también en el “cómo lo cuentas”.
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La experiencia del tiempo perdido
Aunque ahora me veis aquí escribiendo sobre el lado artístico de los videojuegos, lo cierto es que tengo un pasado oscuro y bochornoso, y no me refiero a que de niño me gustasen los Power Rangers o a que me marease jugando a Doom, me refiero al infame hecho de que en secundaria subí a Aeris a nivel 99, sin trucos ni nada. Desde entonces muchos años han pasado y he ganado abundante experiencia en los videojuegos: la experiencia del tiempo perdido.
Traducciones desastrosas
¿Sabéis qué es peor que un mal juego? Una mala traducción de un buen juego. Algo que, por desgracia, en España tenemos muy bien aprendido. Ya que como muchos sabréis, no pocos son los títulos que a lo largo de los años nos han ido llegando con traducciones que parecen escritas por becarios drogados, borrachos y muy inútiles; por no hablar de las que están hechas directamente con el traductor de Google, que también cantan un rato. Y ojo que no estoy hablando de doblajes, que ese es otro tema aparte que da para dos o tres artículos, estoy hablando de traducciones por escrito única y exclusivamente. Traducciones como las que tenéis a continuación.
Análisis: Rhythm Paradise
Rhythm Paradise es un juego musical de minijuegos de Nintendo DS.
65 citas de videojuegos que no esperas
Al principio iban a ser cien las citas incluidas en este artículo, pero como la idea era meter sólo una por juego (salvo para Duke Nukem, que se merecería una retrospectiva aparte), al final tuve que reducir el número a fin de no meter un montón de mierda de relleno. El resultado, para bien o para mal, es el que tenéis tras el salto. Disfruten y no duden en aportar sus propias citas, quién sabe, quizás podamos llegar a las cien… Y no, no están las «All your base are belong to us», «I am error» y compañía.
El videojuego como arte independiente
Dejemos las cosas claras desde el comienzo, ya que el debate sobre si los videojuegos son o no un arte ya ha sido tratado recientemente en este blog y no es mi intención reanudarlo. Este artículo no trata de eso sino de si puede ser un arte por sí mismo, independiente de otras formas artísticas. Si se pretende ir más allá del mero entretenimiento y crear algo bello, que transmita emociones, comunique un mensaje o exprese una visión personal del autor, en mi humilde y profana opinión estamos ante una obra artística, que podrá ser mejor o peor, pero que sigue siendo arte, y si Roger Ebert probase finalmente Shadow of the Colossus quizás cambiase su opinión al respecto (o probablemente no, los hay tozudos). Ahora bien, ¿puede el videojuego erigirse como arte sin apoyarse en los recursos empleados por otras ya asentadas? ¿Hay algo único y propio de él que pueda utilizarse como medio de expresión?
El inevitable debate llega a El Píxel Ilustre
Videojuegos... ¿Arte? ¿Cultura?
Cuando tenía 9 o 10 años y me viciaba como un poseso con mi Sony MSX (aún no había descubierto las maravillas del onanismo), quizá la última de mis preocupaciones era si esos cuadritos animados, que luego supe que se llamaban píxeles, eran Arte o no eran Arte. Y, la verdad, sigue sin preocuparme a día de hoy. Sin embargo, hoy me he levantado con ganas de trolleo y con necesidad de provocar una interminable ristra de comentarios, así que, a continuación, mi opinión sobre si los videojuegos son arte y/o cultura.
¿Se parece la situación actual de los videojuegos a la debacle de hace 30 años?
¿La historia se repite?
Año 1.983
El mundo de los videojuegos está en su punto más alto: aproximadamente el 25% de los hogares estadounidenses cuentan con una consola de videojuegos. Muchas son las empresas que se apuntan al carro de los videojuegos provocando un aluvión de sistemas diferentes: Atari 2600, Atari 5200, Colecovision, Magnavox Odyssey, Mattel Intellvision, Vectrex y otros sistemas menos recordados.
La prostitución del término RPG
– Joder macho, mira lo que pone en la publicidad de la última Jobi Consolas.
– ¿El qué tio? ¿El qué?
– Resulta que va a salir un nuevo juegaso que es una mezcla de shooter ambientado en la Segunda Guerra Mundial, un RTS futurista y un simulador de mamporrero de caballos.
– Pues yo que sé tronco… Me suena todo demasiado visto ya…
– Espera macho, que aún no te he terminado de contar todo. También tiene toques de RPG.
– ¡JODER! Entonces la cosa cambia. GOTY!! GOTY!!
– SOLD! SOLD!
Retro Amor: Jade Cocoon
En la época en la que todos los chicos estaban flipándolo con Pokemon, un servidor no tenía Game Boy por lo que tenía que conformarse con mirar jugar a otros en el colegio. Sé que esto es algo triste, pero es lo que la economía mandaba. Años después y con mi todopoderosa PlayStation pude quitarme ese regustillo a Pokemon con un juego que poco o nada tenía que ver con los 150 bichejos del mal.
007: Sin licencia para jugar
Corren malos tiempos para el agente secreto más follador famoso del celuloide y, probablemente, también de los videojuegos. Acosada por múltiples deudas, la productora MGM se ha visto obligada a cancelar indefinidamente el rodaje de la que debía ser su película número 23 (26 si contamos con dos viejas versiones de Casino Royale y la no-oficial Nunca digas nunca jamás). Tras leer la noticia me hice dos preguntas: “¿Será ésta la muerte de James Bond?” y “¿Debería ser éste el fin de la saga?” No y sí; me explico. La franquicia sigue dando una pasta que lo flipas (sus últimos filmes han recaudado unos cinco mil kilos) y todo apunta a que, una vez la MGM solvente sus problemas económicos, se ruede la tercera aventura protagonizada por Daniel Craig (que, por supuesto, llegará acompañada por el consiguiente videojuego y el despliegue de marketing rutinario). Respecto a la segunda cuestión, ya no lo tengo tan claro. ¿Vale la pena eternizar la cantinela? ¿Qué coño aporta Bond a la cartelera? ¿Y a los videojuegos?
Ositos de peluche asesinos... Lo que nos faltaba por ver....
Análisis: Naughty Bear
Esta noche me ha pasado algo rarísimo. Me he despertado al oir un ruido extraño. Al principio pensaba que eran mis propios ronquidos (algo habitual), pero al intentar conciliar de nuevo el sueño me he dado cuenta que no era eso, que se oía un débil sollozo desde de la sala de estar. Me levanté a investigarlo y no imagináis cual fue mi sorpresa al ver que el ruido procedía de mi PS3… Estaba llorando…
El botón de correr
Introduces tu flamante nuevo juego en tu máquina favorita y te dispones a disfrutar de largas horas de juego continuo a tu vicio favorito, o al menos al vicio favorito que puedes comentar en público sin que te miren de forma extraña. No has abierto aún el manual del juego porque coño, tu llevas jugando a los videojuegos desde que eras un macaco y no necesitas ponerte a leer sandeces que realmente no te ayudan de nada. Así que empiezas a jugar y tras probar los controles, algo extraño ocurre. Parece ser que un botón no sirve aparentemente para nada si te mantienes quieto… Pero si lo usas en movimiento… ¡Oh no! ¡Ya está aquí! ¡La pesadilla de los jugones! ¡¡¡El botón de correr!!!