Hay juegos que pasan sin pena ni gloria por nuestras vidas. Otros nos gustan. A otros nos viciamos durante horas. Qué coño, días, semanas, meses. Por último están los que dejan huella. Final Fantasy VI permanecía en mi recuerdo como uno de los mejores JRPGs de la puta historia. Al retomarlo en profundidad, mi percepción sobre el mismo ha caído un poco, pero Terra -y lo que no es Terra– sigue aguantando el tipo perfectamente.
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Retro Amor: Top Hunter
“The future is now” era uno de los eslóganes más utilizados por SNK, amorosa compañía donde las haya. Desgraciadamente, en 1994 su futuro empezaba a pintar negro por la masificación de las 3D en las cercanas consolas de 32 bits, dejando obsoletas las bondades de su Neo Geo a ojos del consumidor medio. Con todo, la compañía nipona tuvo algunos años más de buena salud a nivel de software gracias a los Metal Slug, King of Fighters y compañía, pero también por muchas otras joyitas que si bien no tuvieron tanto reconocimiento, lo partieron a saco, ya sea en forma de cartucho o en el salón recreativo de turno.
Yo... soy más de jugar
Iba feliz en mi vida, a mi bola, de camino a la facultad cuando de pronto se me acabó la batería del iPod que suelo cargar una vez por lustro… año arriba, año abajo. Ese hecho, muy habitual en mi día a día, provocó que para pasar el rato me tocase escuchar conversaciones de gente que va en mi vagón del metro o mirar a parejitas darse el lote porque con tanto porno en internet me he vuelto un voyeur involuntario. Sin parejitas magreándose no me quedó otra que pegar oreja por ahí y di con dos chavales calificables como fanboys que han ayudado a que escriba este artículo de opinión posiblemente chuflero sobre esa gente que más que fan, se les podría llamar TALIFÁN (gracias Afilamazas).
¡¡LA LANCHA!!
Retro ¿Amor?: Navy Moves
A veces parece que no había juegos difíciles antes que Demon’s Souls. Quizás a todos aquellos jugadores que aseguran que la PlayStation es la primera aparición de Sony en el mundo de los videojuegos así les parezca, pero, señores, así como los MSX HitBit fueron mucho anteriores a la primera Plei, Navy Moves llegó antes que Demon’s Souls y Dark Souls… Y la huella que me dejó sigue inalterada pese al paso de los años.
Retro Amor: Drill Dozer
Pokémon es, irremediablemente, la primera palabra que le viene a uno a la cabeza en cuanto piensa en Game Freak, pero lo cierto es que estos señores llevan sacando jueguicos –de menor éxito comercial que la saga de los monigotes- desde tiempos de NES. Desgraciadamente, una de sus mejores obras ha pasado relativamente desapercibida desde 2005, su año de salida; y no les quepa duda, Drill Dozer merece mucho más reconocimiento del que posee actualmente.
El cementerio de la industria del videojuego
El obituario es un género poco habitual en la prensa de videojuegos. La industria todavía es muy joven e incluso alguno de los padres del medio sigue por ahí coleando. Hasta que no se nos muera un Miyamoto, un Kojima o un Molyneux al que escribir panegíricos no nos daremos cuenta de que los creadores de juegos también se mueren, y será entonces cuando nos pongamos a escribir para encumbrarlos y a recordar los aniversarios de sus fallecimientos.
Hablemos de guitarras en un blog de videojuegos ¿se puede?
Las tiendas de instrumentos y la importación
Los que lleváis por aquí un tiempo ya sabéis que soy mucho más friki de las guitarras que te los videojuegos. Pero el revuelo que ha habido este fin de semana con la supuesta quiebra de GAME ha sido el último empujoncito para escribir este artículo, un artículo que llevaba tiempo rondándome por la cabeza pese a no hablar de videojuegos (casi). Porque veo posible que lo que ha pasado con las tiendas de instrumentos llegue al mercado de los juegos y, por una vez, si así ocurre, los que saldremos ganando seremos los usuarios.
KUANDO ER EZIO T KANEAH TU T KAYAS I BABEAHHS
AaNaLiSissH: AsSaSin'S CreEd ReVeLaTiOnS (eStA tO WaPo)
Ke PaSSsaah prEmOhHss!!! Buah, estoi kE lO fLipAssHs kn l ultimo jUeGaaShoh dl EzIo pq Es eL PutOOoh aMoOh aunk aora sea un biejo demierda pq ahun reparte uns ostias k te tiebln las horejas d ls guantzos k da i a mi m a gustao muxo.
El mejor Zelda, y punto.
Retro Amor: The Legend of Zelda Majora's Mask
Cualquiera que me pregunte sobre la saga Zelda sabrá, tarde o temprano, que mi capítulo favorito del cuento de Nintendo es Majora’s Mask. Superar a Ocarina of Time era algo complicado por entonces, así que lo mejor era escapar de los cánones de la saga para adentrarse en lo metafórico. Y les salió de lujo. ¿Alguna vez habéis sentido que un juego va muchos más allá de su mecánica y su historia? Por cierto, esto no es un retro amor al uso.
Análisis: Superbrothers: Sword & Sworcery EP
Campanilla, mi Kahleesi, me dijo una vez que yo de pequeño debía salir de casa montado en un bol lleno de frosties y cola-cao cual platillo volante. Me había calado. No es que tuviese un bol-nave, tazón gigante con ruedas o algún vehículo estrafalario por el estilo (no obstante he de confesar que en su día albergué esperanzas de volar en jet-pack). Simplemente se trata de una metáfora o manera de entender mi ser. De hecho, ella insiste en que todavía salgo a la calle montado en mi bol de cereales. Volando, porque procuro ser un feliciano de la vida y suelo rondar por la estratosfera, y en un tazón de frosties porque constituyen un elemento importante en mi vida. ¿Conocéis las magdalenas de Proust? Pues a mí me pasa algo similar; pero con los Frosties. De Kellogs.
FMV, cerca del infierno
Al margen del Filmation que comenté en aquel artículo sobre la perspectiva isométrica, uno de los avances visuales que más to’ loco me dejaron en el pasado fueron los FMV. Ya sabéis, esos juegos íntegramente compuestos por una serie de secuencias de vídeo que se pusieron fugazmente de moda a principios de los 90, especialmente durante el lanzamiento de Mega-CD. La sola idea de interactuar con imágenes reales me parecía algo futurista y revolucionario. Habíamos pasado del Mario de cuatro píxeles a las vertiginosas animaciones de Dragon’s Lair, de disparar contra patos indefinidos a rellenar de plomo a unos vaqueros de pecho palomo que apestaban a sudor de lo über reales que parecían, de empalmarnos con el Cobra Mission o el Strip Poker de turno a masturbarnos tener pseudo cybersexo con Space Sirens y Latex: the video game. Me sentía cerca de la era Blade Runner.
La incuestionable obra maestra de la Edad de Oro del Software Español ¿o no?
Retro ¿Amor?: La Abadía del Crimen
La Abadía del Crimen… Siempre que se habla de esa época en la que en España se hacían grandes videojuegos es inevitable nombrar, aunque sea de pasada, a La Abadía del Crimen, ejemplo del clímax de una época que parece que nunca va a volver. Yo mismo la he puesto de ejemplo en más de una ocasión. Sin embargo, algo me reconcome por dentro. Algo que nunca he tenido el coraje de decir públicamente hasta hoy. Y es que, señores, a mí no me gustó La Abadía del Crimen…
La cara buena de los juegos malos
Reconozco desde pequeño he sentido una extraña fascinación por lo cutre y la serie B. Me encantaban las películas malas, con monstruos de plástico y maquillaje de todo a cien, me partía el culo viendo las cremalleras de los disfraces de los monstruos en BioMan (el antecesor de los Power Rangers) y me disfrutaba recreándome en esos viejos expositores de casetes de las gasolineras. Quizás por eso, no me ha costado demasiado asumir el rol de “el de los juegos malos” en El Píxel Ilustre. Pero últimamente me he dado cuenta que jugar de vez en cuando a un juego malo puede ser beneficioso para la salud del jugador medio.