Allá por 1995, el criterio de un chavalín aficionado a los videojuegos a la hora de adquirir uno nuevo pasaba por escuchar las recomendaciones de tus primos mayores y, por encima de las orientaciones ajenas, el verse atraído las barrocas portadas de los juegos en la tienda. La caja de Dreamweb no era especialmente atractiva, pero yo estaba buscando juegos en formato CD, ya que aquellas navidades me habían echado los reyes un lector de CD-ROM de aquellos de velocidad 4X al que hasta entonces solo daba uso con las recopilaciones shareware de la PC Manía y un par de discos de Celtas Cortos, que de crío uno era gilipollas, pero con inquietudes.
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El patinazo de la mascota de SEGA
Retro ¿Amor?: Alex Kidd in High-Tech World
El otro día, a rebufo del memé twitero «1 Like=1 of my favourite videogames», decidí explotar el lado morboso de la gente y ofrecer un título que me hubiera supuesto una experiencia desagradable a cambio del like. Llegué hasta 50, recopilados todos en este Storify. Muchos de ellos ya habían aparecido en EPI, tanto en forma de Retro ¿Amor? como bajo la categoría Análisis C2C, pero rascar con estropajo las rebabas de la taza de wáter de mi memoria ha servido para acordarme de algún que otro truño sobre el que vale la pena escribir más de 140 caractéres. Alex Kidd in High-Tech World es uno de ellos.
Más pastillas que en el Viñarock
Retro Amor: Dr. Mario
Odio profundamente los «momentos Nocilla» a la hora de leer un texto sobre cualquier juego, pero hoy me voy a permitir la licencia por un desencanto infantil. Digamos que servidor carecía de consola portátil hasta que llegó a casa la rebonica Game Boy Pocket. A la hora de elegir un par de juegos con los que empezar me compré en primer lugar Zelda Link’s Awakening, el puto mejor título de la consola y uno de los juegos a los que más cariño guardo. Por otra y aprovechando que se avecinaba el cumpleaños del menda, le dije a mi señora madre «cómprame cualquier Mario». No, no le hablé de Super Mario «Land«.
Vino no solo añejo, sino mejorado
Retro Amor: Metroid: Zero Mission
Seré sincero: tiemblo cada vez que veo que una compañía va a sacar el remake de un juego al que en su tiempo tuve cariño. En el caso menos malo imagino que hacen un copypasteo sacacuartero para la plataforma actual de turno que mantendrá contento a algunos nostálgicos de la Nocilla. En mis sueños reguleros veo atrocidades realizadas con tonos pastel que desdibujan parte de la esencia, de la gracia del juego original. Ya dentro de mis peores pesadillas está una burrada de Sega perpetrada sobre la memoria de OutRun. Por contra, unos pocos títulos son tratados con mimo a la par que hacen honor al nombre que utilizan, Metroid: Zero Mission es uno de ellos.
PEW PEW PEW
Retro Amor: Asteroids
Hay ciertos juegos que, aún siendo reconocidos como tótems inamovibles por culpa de la nefasta nostalgia del imaginario colectivo, han sufrido una retro-rotura más que evidente. Sus mecánicas primitivas han quedado desfasadas y superadas por cientos de hijos bastardos que han evolucionado hasta el día de hoy.
Personalmente considero que no es el caso de Asteroids.
El bien personificado y musicalizado
Retro Amor: REZ
Hablar o escribir sobre REZ sean probablemente de las cosas más injustas que puedas hacer con un videojuego como este. Más que nada porque el recitar el cúmulo de sonidos, imágenes y sensaciones que lo conforman siempre se va a quedar corto con respecto al hecho de poder ponerte a sus mandos y catarlo como es debido.
SEEE-GAH!
Retro Amor: The Story of Thor
Es habitual que los mejores juegos aparezcan cuando el fin de ciclo está cercano. Los últimos juegos del catálogo de una consola suelen coincidir cuando ya existen alternativas más potentes en el mercado y, pese a que muchas veces aprovechan mucho mejor el rendimiento del hardware que los titulos anteriores, grandes juegos pasan desapercibidos por el mero hecho de que la atención ha pasado a las consolas de nueva generación. The Story of Thor es uno de estos juegos.
PIKA PI
Retro amor: Pokémon Pinball
Entre los cacharros que más relación han tenido con los videojuegos desde su nacimiento probablemente uno de los que se lleven la palma en cuanto a parentesco sean los pinballs, llegando al punto de que incluso en algunos lugares compartieron espacio físico con forma de salón recreativo. Con el tiempo, estos dieron el salto a los ordenadores personales y las videoconsolas, hecho por cual Nintendo vio un señor filón al unir sus ideas a aquellas que hicieron grandes a la saga de la pequeña rata amarilla del infierno.
Monos que ruedan a toda hostia. Monos temerarios. Monos a tope.
Retro amor: Super Monkey Ball
Ser un mono siempre ha estado bien valorado dentro de la cultura contemporánea. Sin ir más lejos King Kong lo petó allá por 1933 y dio lugar a descendientes directos en otros ámbitos como el nuestro, el de los videojuegos, con aquel Donkey Kong de Miyamoto y Yokoi. Lo cierto es que ser un villano secuestra señoritas lo mismo parece un buen plan, pero ser un mono que va metido en una bola como si fuera un hámster XXL no es tan fácil, aunque desde luego gratificante es un rato.
No tiene puro, sombrero, ni monóculo, pero lo parte igualmente
Retro amor: Pac-Man
Aunque tengo más lagunas de las que quisiera, muchos son los juegos que se me ocurren para definir cómo ha ido mi vida en este mundillo desde que probé aquel lejano Keystone Kapers en una Atari 2600. Pero eso no es más que mi visión, y al igual que las vuestras probablemente difiera de lo que viene siendo un hipotético canon del videojuego en el que se encuentren esas joyitas que, se mire por donde se mire, han guiado al resto de producciones marcando tendencias, creando estilos, mecánicas y en definitiva: petándolo. Pac-Man probablemente sea uno de sus ejemplos más claros, y lo cierto es que a pesar de ser el representante supremo del ilustrismo, nunca le habíamos dedicado un texto.
¡Trata de arrancarlo!
Retro Amor: Colin McRae Rally
Probablemente si pensamos en algún simulador de conducción dentro del catálogo de PlayStation se nos vengan a la cabeza títulos como los Gran Turismo o Formula 1. La serie de Polyphony Digital dio un paso brutal en cuanto a realismo automovilístico y consiguió que muchos nos enganchásemos intentando conseguir todos esos carnés, coches y trofeos como si juegos de Steam se tratasen.
Un clásico infravalorado
Retro Amor: Flink
1994 fue un año clave en la historia de Mega Drive. Super Nintendo se la sacaba y la agitaba presumiendo de tenerla muy gorda. La masa gamera entraba en éxtasis imaginando los chorrocientosmil polígonos a velocidad absurda que traía la inminente nueva generación. Era el momento de darlo todo y la 16 bits de SEGA (recordamos que se pronuncia con E larga y canturreo, gracias) estuvo a la altura: no solo recibió el mayor número de lanzamientos anuales hasta entonces, sino que la mitad de lo imprescindible de su catálogo vio la luz en aquel movido 94.
¿Mario Kart 64?, vamos, no me jodáis
Retro Amor: Crash Team Racing
Todos, sin excepción, alguna vez en esta vida hemos copiado como malos hijos del demonio que somos. Que levante la mano el primer cerebrito que no haya sacado un chuletón en el instituto o haya calcado medio examen de un compañero. Algo así hicieron los señores de Naughty Dog hace ya varios años, cuando, tocándose los bajos de manera ostentosa en dirección a Nintendo, se sacaron un copia-pega-maquilla de la saga de carreras de Mario… y lo cierto es que les salió bien redonda la jugada.