Tras tener una Master System 2 y una Mega Drive el salto evolutivo era claro: Sega Saturn. Recuerdo que la conseguí porque un primo mío quería vender la suya para comprarse la PlayStation. Menudo traidor. 20.000 pesetas fue el precio a pagar por mi santo progenitor e incluía un plataformas colorido, Bug!, y Tomb Raider. A mi me parecía una gran compra. Además, era de Sega. ¿Qué más se podía pedir?
Segueros, ex-segueros y segueros resentidos, ayer fue un día para la nostalgia. Más que nada porque vio la luz un trocito minúsculo de lo que en un principio iba a ser Sonic X-Treme, la fallida joya de la corona del erizo para Sega Saturn. Ha costado sus buenos años, pero por fin tenemos la posibilidad de probar un poco de la historia perdida de la compañía.
En el último texto de esta serie dejamos a los señores de Capcom liados con las distintas versiones de Street Fighter II. Hoy nos vamos a centrar en el primer gran giro que dio la saga dentro de los diferentes spin-offs que han ido apareciendo para la misma. Es el turno de los Street Fighter Alpha.
Lejos quedan los días en los que colocar y detonar bombas frente a las narices de otros, o accidentalmente ante tu propia jeta, era divertido. En la actualidad, la simple pronunciación de la palabra bomba causa inquietud entre los presentes. En los aviones está prohibido mencionarla (no joking) y enseguida tendemos a asociarla con terrorismo. ¿Consecuencias del 11-S? Sin duda, pero no escribo aquí para analizar historia o teorizar sobre conspiraciones (existentes, sin duda… ¿Alguien dijo Club Bilderberg?). Hoy queremos romper una lanza en favor de un clásico de los videojuegos cuya reputación se ha visto severamente afectada por este cambio. Hablo de Bomberman.
¿Recordáis esa perla de los salones recreativos de los noventa llamada Die Hard Arcade? ¿No? Quizás, si fuistéis la otra persona que junto a Kirkis se compró una Sega Saturn en España os suene su versión de sobremesa. ¿Tampoco? Sí hombre, ese juego de pegarse hostias con una organización terrorista en un rascacielos, en el que muchos vimos por primera vez los infames quick time events. ¿Os va sonando? Que sí coño, ese que tenía una pantalla en la que nos reventábamos la cara contra el cuerpo de bomberos mientras su camión nos disparaba con el chorro de agua. ¿Ahora sí, verdad? Pues el juego del que voy a hablar es su secuela.
Extender una saga hasta el infinito no es cosa de hoy en día. Electronic Arts ya tenía clara la idea de que si algo destacaba y era estimulante para el público, lo propio era coger esa fórmula y llevarla lo más lejos que el mercado les dejase. Exactamente eso fue lo que paso con la saga Strike, que se inició en 1992 con Desert Strike y murió en 1999 con el último port de Nuclear Strike para Nintendo 64. Hasta hoy no hemos vuelto a saber nada de esta genial franquicia, así que es hora de mirar atrás y recordar aquellos cinco títulos.
Al igual que en el cine, el género del terror dentro de los videojuegos no pasa por su mejor momento, y aunque en esta generación hemos podido disfrutar del sensacional Dead Space, otras sagas consagradas como Resident Evil o Silent Hill han dado un bajón, Project Zero 4 ni se digna a aparecer por Europa, Cursed Mountain sabe a poco y Siren Blood Curse nos deja con ganas de mas.
Así que quizás sea el mejor momento para rememorar aquellos juegos y situaciones que verdaderamente os pusieron la piel de gallina. Allá voy con mi particular lista de momentos caquita.
Con la llegada de la generación de 32 Bits (PlayStation, Sega Saturn, Nintendo 64, etc.) los juegos sufrieron un cambio drástico: de los bellos y coloridos sprites pasamos a manejar muñegotes y vehículos triangulados que se movían en un bello y poligonal mundo lleno de texturas horrendas, pero, eso sí, en tres dimensiones.
Las sagas de videojuegos tuvieron que adaptarse a esta tercera dimensión. Pocas lo consiguieron, muchas murieron en el intento y otras no levantan cabeza desde entonces.
Os describimos algunos ejemplos tras el salto
Tras ilustraros un poco con la mejor máquina de SEGA, ahora toca hablaros de la consola con la que acabé mi ciclo seguero, ya que yo nunca tuve una Dreamcast (apaleadme ahora). Os hablo de Sega Saturn, una consola condenada por la propia SEGA en nuestro territorio y que tiene la poca vergüenza de ser la única consola seguera que no tiene un Sonic en condiciones. Pero aunque todo estuviera en su contra, Saturn tiene un catálogo lleno de grandiosos juegos. Es por ello que hoy os he elegido tres juegos para confeccionar el noveno top ilustre que se pasea por el blog. Disfrútenlo.