En un espacio mínimo, con solo dos personajes, con unas mecánicas muy limitadas de aventurilla ‘point and click’ y en poco más de media hora, Serena nos cuenta una historia intensa que ha logrado incomodarme más de una vez. Juega en una liga distinta a Gone Home, pero utiliza recursos muy similares a los del título de The Fullbright Company: nos obliga a rebuscar en las estanterías, los cajones y las mesas de una pequeña cabaña para reconstruir el relato del protagonista y de Serena. En este caso, a medida que vamos reviviendo una y otra vez los mismos recuerdos, la historia da un giro diabólico.