Los japoneses llevan décadas haciendo videojuegos sobre y para pervertidos sexuales, pero ha sido Cobra Club el que lo ha unido con esa tendencia al alza (nunca mejor dicho) que son los selfies. No soy demasiado aficionado a las indiegencias y no pienso jugar a Cobra Club, pero creo que una marranada de este calibre es absolutamente merecedora de una entrada para El Píxel Ilustre. Y advierto que las fotos de después del salto son absolutamente NSFW.
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