Hay juegos que pasan sin pena ni gloria por nuestras vidas. Otros nos gustan. A otros nos viciamos durante horas. Qué coño, días, semanas, meses. Por último están los que dejan huella. Final Fantasy VI permanecía en mi recuerdo como uno de los mejores JRPGs de la puta historia. Al retomarlo en profundidad, mi percepción sobre el mismo ha caído un poco, pero Terra -y lo que no es Terra– sigue aguantando el tipo perfectamente.
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