Los que empezamos con esto de los juegos con los ordenadores o consolas de 8 y 16 bits tenemos grabado a fuego en la memoria el hecho de que, si querías completar un juego, tenías que hacerlo del tirón. Lo de “salvar la partida” estaba destinado exclusivamente a un puñado de juegos como los RPG o las aventuras gráficas. Empezábamos la partida con un puñado de vidas y teníamos que realizar la proeza de llegar hasta el final. Y eso se conseguía a base de ensayo-error y memorizando la situación de los enemigos, rutinas de los jefes finales y precisión milimétrica en los saltos. Por eso, acabar un juego y ver la pantalla final (muchas veces una miserable frase o simplemente “CONGRATULATIONS!”) era algo al alcance de unos pocos.
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