Hacía tiempo que no probaba un videojuego de puzles en el que aprovechasen las bases del juego para contarme una historia. Los plataformas y los puzles no son géneros en los que se necesite un argumento: si tenemos un rompecabezas intentamos resolverlo, si vemos una puerta cerrada intentamos abrirla y si nos encontramos con una seta cabreada saltamos sobre ella. Es lo normal, para desgracia de las setas, y no se necesita más, pero cuando se le da ese extra que es el trasfondo se agradece. Yo por lo menos lo he agradecido.
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