El protagonista de Amnesia: A Machine for Pigs se encuentra ante un panel de control relativamente complejo, lleno de botones, palancas y manivelas, con las que puede (y debe) interaccionar. El jugador, en este punto, tiene la posibilidad de manipular más de una decena de elementos dentro del panel, pero da exactamente igual cuál de ellos toque. Tiremos de la palanca que tiremos y giremos la manivela que giremos conseguiremos el mismo resultado. Y esa, por desgracia, es la constante en una aventura de terror que se olvida de todos los elementos que deben conformar una aventura. Especialmente de terror.
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