Este no es uno de esos post sobre las bonitas tardes que pasábamos en los recreativos de nuestro barrio intentando ser el mejor al King of Fighters, ni tampoco ningún repaso a aquellas maravillosas máquinas arcade que tantas monedas de 25 pesetas nos hicieron quemar. Esto es un artículo en contra de los checkpoints abusivos, de los trofeos y los logros y del trato despectivo que gran parte de la prensa especializada termina haciendo hacía los juegos que llevan la experiencia arcade en el jodido ADN.