Como con el libro de Delibes, yo también podría pasarme unas cuantas horas recriminando cosas a Nintendo, que no es mi marido, pero sí la empresa que hacía las consolas a las que más he jugado de más joven. Podría acusarla de no hacer juegos como antes, de ser demasiado amigables y romper con la idea de desafío propia de un videojuego, de estar explotando sus franquicias por encima de sus posibilidades, de meter con calzador cosas en sus consolas y juegos que luego nadie quiere usar… Sin embargo, prefiero jugar algunas de sus novedades del E3 y tratar de recuperar algo de fe en ellos, que sigo teniéndola, todo hay que decirlo.
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