Ay ese juego malo. Ese juego patético. Ese juego que la crítica y tus colegas pegan con un moco debajo de la silla para que nadie lo vea. Ese es el juego que tantas horas de diversión te ha dado. Hoy quiero hacer un sentido homenaje a aquellos juegos que, independientemente de su calidad, supieron divertirnos como pocos AAA han hecho, a pesar de todos sus fallos y despropósitos. Todos tenemos alguno, y ya es hora de dejar de esconderlos para devolverles un poco de ese hamor que ellos nos dieron con toda su buena fe y su mala programación. Perdonadme si hoy estoy cursi, pero es la navidad que me empequeñece los genitales. Va por ti, Daikatana.
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